LEMA ANUAL

Lema 2023 “Mensajeros de Esperanza”

                                   “Yo hago nueva todas las cosas” Ap 21,5

Todos los años los Menesianos del Cono Sur, nos proponemos vivir un lema que nos ayude a conocer y amar más a Jesús.

Durante el año 2023 animará la vida pastoral de nuestras Comunidades Educativas el lema: “Mensajeros de esperanza”.

Este lema será nuestro compañero de camino y nos ayudará a crecer en el cultivo de nuestra interioridad; a descubrir lo maravilloso que somos y lo maravilloso que son todas las demás personas; así como también, a contemplar la belleza de la creación y la grandeza de nuestro Dios. Será un tiempo precioso para cultivar relaciones sanas y llenas de vida. Un tiempo para entrar en nuestro interior y preguntarnos: ¿Qué nos nutre? ¿Qué nos hace crecer? ¿Qué sostiene nuestra vida?

                Jesús también, alguna vez, se hizo estas preguntas y descubrió que lo que sostenía su existencia, lo que le daba vida y hacía vivir es la experiencia de sentirse profundamente amado por su Padre Dios. Esa serena confianza de que todo, todo, está en las manos de su buen Padre. Pero, ¿Cómo ser hoy mensajeros de esperanza? Jesús nos enseña el camino: No hay nada que temer, Dios es un Padre Bueno que cuida de cada uno de sus hijas e hijos. (Cfr. Mt 6, 25-34); Descubrimos así, la riqueza del mundo interior de Jesús. De la sensibilidad de su corazón de Hijo amado (Cfr. Mt 3,17) del que brota una hermosa oración que millones de cristianos rezamos a diario “Padre nuestro...” (Cfr. 6,9-13). Jesús experimenta a su Padre presente en todo.

 De la experiencia de sentirse incondicionalmente amado, nacen de Jesús, relaciones sanas que sanan. Relaciones que dan vida. Los Evangelios nos narran reiteradamente encuentros de Jesús que liberan, perdonan, humanizan, dignifican a las personas. Sólo por nombrar algunos: El encuentro con la pecadora perdonada (Cfr. Jn 8, 1-11), con la mujer enferma (Lc 8,40-48), con el leproso (Mc 1,40-45), con Zaqueo (Lc 19, 1-10), entre otros.

¿Cómo no hablar de las parábolas de Jesús? ¿De dónde le nacen? Nacen de un corazón contemplativo, que descubre en todo, la obra de su Padre Dios. Así es que nos dice: “El reino de los cielos es como una semilla” (Mt 13,31-32) y “El reino de los cielos es como la levadura” (Mt 13,33). Con estos ejemplos Jesús nos enseña que son las acciones pequeñas las que transforman la vida de cada día en algo grandioso y bello.

Queridos niños, queridos jóvenes ¿Quieren ser mensajeros de esperanza? Cultiven sentimientos, actitudes y acciones que los lleven a tener relaciones sanas que sanan: Un “¡buen día!” dicho con cariño; un “me gusta lo que hiciste”; un “¡muchas gracias!”; un “¡me perdonas!”; tantos, tantos gestos cotidianos que nos alegran el día: ¿De dónde nacen todas estas actitudes? De un corazón que se experimenta amado y quiere amar. Nacen de una persona que cultiva su interioridad y descubre la riqueza de su ser, que se experimenta positiva, creativa para amar, para transformar.

Queridos niños, queridos jóvenes exíjanles a sus educadores, a sus padres momentos para cultivar la interioridad, la capacidad de contemplar y admirar. ¿Queremos ver cómo el amor de nuestro Padre Dios hace nueva todas las cosas? Entremos en nuestro corazón, hagamos silencio, cultivemos una sensibilidad espiritual que nos permita descubrir cómo el Padre Dios está trabajando en cada uno de nosotros. Permitámonos experimentarnos profundamente amados por Él y nuestra vida, como la de Jesús, será un mensaje de esperanza.

Así vivió Juan María de la Mennais, el padre fundador de la Familia Menesiana, su gran confianza en el amor de Dios le llevó a ver todo, a experimentar todo desde la sensibilidad del corazón de Dios: “No veamos más que a Dios en todo”; “¡Dios solo en el tiempo!¡Dios solo en la eternidad!¡Dios solo en el día de hoy, en todo y cada cosa!¡Dios solo!” (S VII 2165). Juan María entró en su corazón y cultivó su sensibilidad espiritual: “No nos cansemos de entrar en los detalles, de comparar los sentimientos de Jesucristo con los nuestros, nuestra conducta con la suya” (S VIII 2472). Animémonos a seguir las huellas de Juan María que nos invita a ser “imágenes vivas de Jesucristo” (S VIII 2465).

                Una oración menesiana, que desde hace años rezamos en nuestras Comunidades Educativas nos puede ayudar a cultivar nuestra vida interior para vivir con fuerza nuestro lema: “Mensajeros de esperanza”

Gracias por mi vocación menesiana

Padre bueno,

te doy gracias por la vida,

regalo de tu amor.

Haz que la comparta con todos:

con mis hermanos,

 con mi familia,

 con mis amigos,

tejiendo lazos como hizo Jesús.

Envíame tu Espíritu Santo

para descubrir lo que quieres de mí.

Hazme cada día más parecido a tu Hijo:

que sus sentimientos sean mis sentimientos,

que su pensamientos sean mis pensamientos,

que su proyecto sea mi proyecto,

que ame como Él amó.

Como María, Padre Bueno,

concédenos a todos

 un corazón dócil a tu Palabra.

Amén.

 

Finalmente una mirada al logo.

¿Qué vemos? En la parte superior de la imagen, un árbol rebosante de follaje, simbolizando la fuerza transformadora de la esperanza. Por ello, el lema de este año nos invita a ser: “Mensajeros de esperanza”. Las hojas de diversos colores nos recuerdan a la espiga menesiana. Representa la vida y misión de la Familia Menesiana presente en los cinco continentes.

¿De dónde procede la vitalidad y lozanía de este árbol? La parte inferior de la imagen, oculta en tierra nos lo recuerda, procede de un corazón que se sustenta y nutre de Dios Solo. Un corazón que se alimenta del amor de Dios y descubre a Dios en todo.

Surge así, la invitación a vivir un año dedicado a trabajar y profundizar en la interioridad, a cultivar una sensibilidad espiritual que haga fecunda nuestra vida cotidiana. Que transforme con creatividad y pasión el salón de clase, los patios, la sala de profesores, la casa en un lugar donde se respiran relaciones sanas que sanan.

Familia Menesiana del Distrito Divina Providencia el año 2023 es un tiempo propicio para cultivar nuestra espiritualidad. Sigamos estrechando lazos que nos transformen en “Mensajeros de esperanza”.      

                                                                                                                 Hno. Carlos Lovatto, Visitador.